Skip to main content

#somosnáutico / Pedro Sánchez Villarreal o el despertar de las sensaciones en el agua

El excampeón regional júnior, colaborador de la Travesía solidaria del Náutico tras cruzar a nado el Estrecho, ha vuelto a recuperar emociones de antaño en su etapa como miembro del equipo de veteranos: “El deporte Máster enriquece al Club”.

2017-08-30PedroSanchezsomos.jpgCampeón de Andalucía júnior y sexto de España en su etapa como nadador, además de podio nacional y andaluz como regatista juvenil del Náutico en windsurf, Pedro Sánchez Villarreal (Sevilla, 12/03/1976) ha vuelto a la competición como veterano para recuperar las sensaciones de antaño en el Club. Dos décadas después, este licenciado en Ciencias del Mar, pareja desde hace siete años de Míriam, “mi perfect partner”, Business Manager en Sngular y profesor en ESIC Business & Marketing School, ha vuelto a despertar su espíritu competitivo como miembro del equipo Máster de natación, la mejor forma de aunar las facetas social y deportiva.

-¿Cómo se inició en la natación?

-Como todos los niños del Club en mi época, con Maribel en la piscina infantil: “¡Más fuerte a los pies!” Mi primer monitor: Silvestre. Javier y Maribel enseñaron a muchas generaciones de nautiqueros a amar este deporte.

-Y brazada a brazada…

-Y brazada a brazada he aprendido que los valores que me enseñaron en el Club través del deporte han determinado, para bien, la forma en la que confronto la vida.

-Después de algunos años, se anima a formar parte del equipo Máster del Náutico.

-No fueron años, fueron eones. Después de mucho tiempo, nadadores Máster del club se fueron juntando, algunos grandes amigos y amigas con los que compartí muchos entrenamientos de pequeño, otros nuevos, y se creó el ambiente propicio. Miguel Ruiz tiene mucha culpa de todo esto. Le estoy muy agradecido.

-Sin duda, otra forma de hacer club.

-Sin duda alguna. El deporte máster enriquece el Club en todas las disciplinas. Es un emergente que no para de crecer y a mí me parece fantástico. El Náutico es social y deportivo, y en los másters estos dos atributos maridan a la perfección.

¿Cómo fue la temporada 2016/2017 en cuanto a resultados?

-Mi temporada fue muy corta, ya que sólo pude entrenarme con regularidad de septiembre a enero, pero también fue muy satisfactoria en cuanto a resultados: subcampeón de Andalucía 40-44 años en 50 braza, 100 estilos y 200 estilos, campeón de Andalucía en 4×50 estilos mixtos y sexto de España en 4×50 estilos mixtos, con récord de Andalucía incluido junto a mis compañeros ‘Boby’ Queraltó, María Prior y Raquel Pino. Volver a competir con María y Raquel, con las que me entrené de pequeño muchos años, ha sido muy especial.

-Aunque lo suyo no sólo es nadar entre corcheras.

-Esto lo he descubierto al volver a nadar como máster. En mi época de nadador no existía o era muy residual. Me gusta mucho nadar en aguas abiertas y en especial la larga distancia. Hay pruebas como la Vuelta al Hacho, en Ceuta, y la travesía del embalse de Zahara que más que travesías parecen, por momentos, grandes aventuras. Deporte, naturaleza y amigos forman un mix siempre ganador.

-Porque cruzar el Estrecho de Gibraltar no está al alcance de cualquiera.

-Hay que desmitificar este reto. Esta es mi opinión: cruzar el Estrecho a nado en un entorno bien organizado y seguro para el nadador está al alcance de cualquiera que lo anhele lo suficiente. Si no has sido nadador de joven, a lo mejor puedes tardar más en estar preparado -Ildefonso Barrera no cuenta en esta estadística-, pero en cualquier caso se puede llevar a cabo por cualquiera siempre que esté dispuesto a pagar el precio en forma de entrenamiento. 100% seguro.

-Y menos en pleno mes de diciembre…

-La espera fue lo más duro. La ventana que tenía la Fundación Vicente Ferrer para realizar el cruce era a partir de septiembre. Éramos tres o cuatro grupos y se tienen que juntar muchas condiciones para tener la oportunidad (horarios y magnitud de las mareas, oleaje, viento…). Nuestro momento se fue retrasando por la dificultad de que se dieran todas esas condiciones de forma favorable. Éramos, además, el tercer grupo en orden para realizarlo y había tensión porque el aviso podía llegar con sólo 24 horas de antelación.

-Reto cumplido.

-Este retraso permitió sin embargo que nos fuéramos conociendo cada vez más los cuatro de mi grupo (Ilde, Capi y Jaime y yo) y que se creara una amistad entorno a un reto que, de alguna forma, nos une para siempre. Somos “hermanitos del estrecho” y aunque puedan pasar 20 años sin vernos, lo que compartimos ha creado un vínculo especial. Nos pusimos un objetivo, lo luchamos juntos y lo cumplimos juntos. El 17 de diciembre del 2015 llegamos a nuestra particular Ítaca.

-¿Cómo surgió el proyecto?

-En mi caso era un viejo objetivo que tenía algo que estaba ahí guardado hasta que encontrara la ocasión. En un momento dado, Rafa Carmona, responsable de la Fundación Vicente Ferrer en Andalucía, me dice que me puedo incorporar a un grupo de nadadores que va a llevar a cabo este reto para recaudar fondos para la construcción de una escuela en la india, y yo me sumo.

-Una experiencia inolvidable.

-Totalmente, muy bella. La estructura de fijarme un objetivo, organizarme entorno a él y alcanzarlo siempre me reporta un sentimiento de autorealización impagable. Si a esto le sumas las personas que conoces durante el camino, que además aportas un poquito a un bello fin como el que persigue la Fundación Vicente Ferrer y lo completas con el escenario del Estrecho de Gibraltar, pues sí, se configura una experiencia que se queda grabada para siempre.

-¿Algún momento en especial durante el cruce?

-El momento más mágico del cruce para mí fue cuando nadamos con calderones. Habíamos pasado ya el ecuador del cruce y recuerdo gastar una broma a Rafa en uno de los avituallamientos: “Rafa, ya puedes llamar a los delfines”, le dije. Y a los 5 ó 10 minutos comenzamos a escuchar esos sonidos tan característicos bajo el agua… Al principio no podíamos verlos pero, de repente, ya estaban ahí, junto a nosotros… sólo que no eran exactamente delfines. Una madre y dos crías de calderones comunes (conocidas como ballenas piloto) se habían acercado a curiosear.

-Nadar entre ballenas… algo impagable.

-Las crías, especialmente, mostraban mucho interés. Nos hacían pasadas y se giraban para mirarnos cuando se cruzaban con nosotros, cosa que ocurría a tan sólo tres o cuatro metros de distancia. Recuerdo que una de ellas se puso debajo de mí y, yendo a mi ritmo, me echaba anillos de burbujas. Podías notar su inteligencia y su capacidad social. No hubo agresividad en ningún momento; se acercaron, jugaron con nosotros durante unos pocos